domingo, 30 de agosto de 2015

Equipo de redacción en Guarne

Una salida del Equipo de Redacción de la Revista Sinapsis
a la finca de Diego Cano en Guarne, 1986

sábado, 29 de agosto de 2015

Portada de la edición N° 19 de la revista Sinapsis, dibujo de Diego Cano resaltando el trabajo científico del Dr. Jorge Mesa sobre Apiterapia.

Portada de la edición N°16 de la revista Sinapsis, con un dibujo de Diego Cano sobre el asesinato del profesor Héctor Abad Gómez, un hombre bueno que trabajaba por el bienestar de la población y que fue arrebatado por fuerzas oscuras de ultra-derecha.

Contraportada de la misma edición, dibujo de Diego Cano.

Diego Cano (izquierda) cuando llevó el busto de Héctor Abad Gómez al Hospital de Yondó. Antioquia en 1989

En diciembre de 2014 nos dejó Diego Cano, una persona excepcional por su calidad humana, académica y artística.

Llegó a la revista Sinapsis (de los estudiantes de medicina U. de A.) en un momento coyuntural, cuando las exigencias del mercado global presionaban a las facultades de medicina para rebajar la calidad y producir "médicos de segunda para pobres" (Sinapsis #15, agosto de 1987, pgs. 12 a 15), en plena época de guerra sucia, durante la cual, una alianza entre fuerzas estatales y grupos paramilitares, venían asesinando estudiantes y profesores, rotulados por ellos como "vasos comunicantes" con los movimientos de izquierda.

Diego venía del equipo editor de la revista ACÉFALA, de la cual publicaron dos ediciones, con un corte esencialmente artístico.

Aún no había computadoras, todo lo hacíamos a mano y en máquinas de escribir; se imprimía mediante planchas electrostáticas debido a las pocas fuentes de financiación; eran quijotadas, y utilizábamos una vieja impresora que tenía el papá de Diego, Don Jairo Cano, excelso pintor y escultor, descendiente de Francisco Cano.

El entonces decano de medicina, Dr. Luis Javier Giraldo M. estaba tan encarnizado en lograr la reforma curricular requerida por el sistema, que la revista Sinapsis se convirtió en un "palo en la rueda", denunciando, cuestionando, previniendo y alertando hasta tal punto, que sus editores se convirtieron en objetivos "militares" para ser erradicados de la Facultad. Sabíamos que no podíamos dar "papaya" a una administración de doble faz.

Y así fue: tras el asesinato de los profesores Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancur Taborda, la Universidad de Antioquia fue cerrada más de un mes, reabriéndose lentamente en jornadas de reflexión, situación aprovechada por la administración dela Facultad de Medicina, en cabeza del departamento de medicina interna, materia que cursaba Diego, y le “inventaron” la cantidad de faltas de asistencia requeridas para la cancelación del curso y la expulsión de la universidad.

La revista cursó oficios solicitando revisión y aclaración de la situación, puesto que el profesor de la materia y el jefe del departamento se contradijeron en el reporte del número de inasistencia, mientras la administración de la facultad desvió el proceso dirigido por nosotros hasta el mismo Consejo Superior de la U. de A.  En lo referente a este asunto, Diego no hizo prometerle no divulgarlo públicamente. Pero ahora que su presencia no es material, y como gesto de justicia, he decidido desclasificar estos documentos y explorar la opción de solicitar al Consejo Académico U. de A. que se le otorgue el título póstumo de Médico General, como medida de reparación a la injusticia que le realizaron.

Diego dibujó varias portadas de la revista, una contraportada (universidad en jaque), y siempre resaltó que Sinapsis fue la única publicación que salió a la luz pública en esos meses de terror cuando casi todos entraron en silencio y reflexión.

Diego fue el autor de la escultura de Héctor Abad Gómez ubicada en el Hospital de Yondó, Antioquia; yo lo acompañé a llevarla en una avioneta de ACES, al acto de “descubrimiento” realizado por el entonces Gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancur y la viuda del Dr. Abad, quien no pudo contener el llanto, manifestando que esa escultura lo representaba en forma muy fiel.

Luego Diego se dedicaría a la elaboración, por encargo, de una cantidad de esculturas de personajes de la jerarquía eclesiástica colombiana, catálogo que hay que elaborar como reconocimiento a su gran calidad artística; elaboró una magnífica joya en bronce, como una recua de arriería, sobre una caja rectangular con caballos en relieve.

Compró una casita en La Ceja y, con su hermana, la artista María Teresa Cano, implementaron estrategias de arte con los habitantes del barrio.

La última vez que conversamos le comenté que la Academia de Historia de La Medicina había realizado una exposición sobre la revista Sinapsis y acordamos buscar las fotos más importantes entre los negativos que él guardaba entre los archivos de la revista, para realizar una exposición inédita de aquella época.

Este proyecto quedó en veremos y por eso instauro este blog, en homenaje a Diego, proponiendo a quienes tuvieron la fortuna de conocerlo o poseen sus obras, que nos compartan sus apreciaciones sobre esta extraordinaria persona.

Le presento disculpas porque estoy seguro de que no hubiera estado de acuerdo con esta publicación, pero no solo se trata del reconocimiento a un gran amigo y compañero, sino del rescate de la obra de un gran artista colombiano.

Cuánta falta hace esa voz optimista, apaciguadora y orientadora tras la línea telefónica.

Gracias y hasta pronto.
 
           Diego Cano en consejo editorial de la revista Sinapsis
 en una cantina en los alrededores de la Facultad de Medicina de la U. de A. en 1987